Qué aprendimos de El Fundador: lecciones sobre la ambición y la persistencia en el mundo empresarial

A pesar de lo que muchos digan, en la vida el éxito solo puede llegar de una manera: trabajándotelo. Sí, puede que te toque la lotería y entonces venga dado, incluso puede que ganes un mismo premio dos veces como le ocurrió a Elmer Sherwin al ganar con una diferencia de 16 años el bote de Megabucks, pero esto rara vez ocurre.

Trabajo, trabajo y más trabajo. Eso es lo que te abrirá puertas, lo que te permitirá alcanzar las metas que te hayas marcado. Sin embargo, el trabajo por sí solo nos colocará en el mapa, pero quizás no en la cima de él. Es por ello por lo que a este esfuerzo debemos añadirle más capacidades y aptitudes que nos permitan destacar en nuestro ámbito empresarial. Ray Kroc lo sabía de sobra.

Para los que no hayáis oído jamás este nombre os recomendamos que veáis cuanto antes El fundador. Esta película, dirigida por John Lee Hancock y estrenada en marzo de este mismo año, narra al ascenso al éxito del empresario que se encargó de impulsar e internacionalizar la popular marca McDonald’s. Un filme en el que se nos muestra la ambición en estado puro, las ganas de superación personal, la perseverancia y, por qué no decirlo, las prácticas poco éticas pero efectivas y legales de un hombre que se reinventó a sí mismo pasados los 50.

Corría el año 54 cuando Ray Kroc no era más que un comercial que se dedicaba a viajar por medio Estados Unidos con el objetivo de vender a pequeñas superficies hosteleras máquinas Multimixer, que permitían a sus usuarios hacer cinco batidos al mismo tiempo. A pesar de su persuasión y su don de gentes, Kroc no estaba pasando su mejor momento y contaba con más deudas que ingresos. Lejos de rendirse, Ray se repetía a sí mismo su dogma vital: Persistencia. Optimismo. No rendirse nunca.

Cierto día, Kroc recibió un pedido de 6 Multimixer para un local de San Bernardino, en California. Intrigado, el comerciante viajó en persona hasta lugar para ver qué tipo de restaurante necesitaba producir 30 batidos a la vez. Al llegar se encontró nada más y nada menos que con el germen de la comida rápida: McDonald’s.

El local, creado por Dick y Mac McDonald en 1940, ofrecía a sus clientes hamburguesas, patatas fritas y batidos con la particularidad de que la consumición debía hacerse en la calle. Solo de esta forma podían garantizar la rapidez en la elaboración de la comida. Contra todo pronóstico, a la gente no le importaba tener que comer sentada en un banco o llevarse la comida hasta sus hogares, lo que hizo que el sistema fuera todo un éxito. Y Ray Kroc lo supo ver.

He aquí una de las cualidades que todo empresario debe tener: visión de mercado. Ray Kroc decidió que quería entrar a formar parte de aquel novedoso negocio y fue a por todas. Al principio no las tuvo todas con él ya que Dick y Mac no estaban por la labor de que un «intruso» entrase a formar parte de una empresa que habían levantado con el sudor de su frente. Sin embargo, la insistencia de Ray, unida a la comprensión que mostró hacia los verdaderos fundadores de McDonald’s, hizo que los McDonald aceptaran su propuesta de llevar las franquicias de la marca. Perseverancia y capacidad de convicción, sin duda otras dos de las claves para alcanzar el éxito.

A pesar de que el negocio iba en ascenso, los ingresos de Kroc no aumentaban al ritmo que él esperaba, por lo que decidió ir más allá. Aconsejado por Harry Sonneborn, Kroc decidió convertirse en el dueño de los solares en los que se construían los locales de cada franquicia, alquilando además dichos locales a quienes Dick y Mac concedían el derecho para explotar las diferentes sedes de su negocio. De esta forma, Ray no solo ingresaba en función a los beneficios generados por McDonald’s como restaurante de comida rápida sino también por aquellos que  el negocio generaba de manera pasiva.

Ambición e investigación, dos de los motores que nos deben guiar en cada nueva acción empresarial que llevemos a cabo.

A partir de este momento, Dick y Mac poco pudieron hacer por mantener su negocio sin que Kroc no impusiese sus ideas. Poco convencidos del rumbo que había tomado la empresa, ambos decidieron vendérsela a Kroc por 2,7 millones de dólares. Y así fue como Kroc pasó de ser un comerciante a puerta fría a ser uno de los hombres más ricos del mundo. McDonald’s no fue una creación suya, es cierto, pero solo él supo ver el potencial que albergaba la ingenua idea creada por Dick y Mac; y solo él supo conseguir que todo el mundo adore la materialización de ese potencial.

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